Olfato y Olor un sentido inacabado
Las culturas clásicas: Egipto, Mesopotamia, Grecia, Roma y el mundo Árabe implementaron rutinas higiénico cosméticas que aún hoy practicamos y de las que somos deudores. El perfume, en particular, adquirió tal importancia que su valor llegó a equipararse con el oro; hasta el punto de que Roma temiera verse descapitalizada por el gasto suntuario en perfumes. Los árabes, según Plinio, llegaron a convertirse en el pueblo más rico de la Tierra a cuenta de su comercio con el incienso y la mirra. Desde luego, no es azaroso que dos de los tres presentes ofrecidos por los Magos de Oriente en la Natividad de Cristo fueran de naturaleza fragante. El mundo clásico se rindió ante la potencia de los bienes aromáticos, de forma que, tal y como hoy sucede en las sociedades modernas, la higiene no solo debe practicarse, debe olerse, pues esta es la prueba definitiva de su correcta aplicación: no se está limpio si no se huele a limpio. El autor aborda el estudio del perfume desde una óptica histórica, pero también filosófica y mítica, porque el perfume no es solo un bien material, es la manifestación festiva de un sentido: el del olfato, tenido tradicionalmente como menor, pero que posee unas propiedades maravillosas, además de una fisiología complejísima. Aunque el libro está secundado por una abundante bibliografía, lo que proyecta una considerable autoridad al texto, el autor no rehúye la novelización de episodios, esto apoya la lectura y le proporciona una perspectiva muy amena.
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Veneno y envenenadores en La Historia