INMORTALIDAD. Buscando el elixir de la vida eterna en China



emperador chino rodeado de alquimistas y monjes taoistas



La inmortalidad en China


Cesar Augusto, el Primer Emperador que tuvo Roma, veía la vida como un espectáculo y a los hombres como meros actores. La fuerza de la circunstancias y el azar eran los mas importantes determinantes de la existencia, todo lo demás era secundario. Sus últimas palabras son un ejemplo de impasibilidad estoica pues parece que vino a decir a modo de despedida que "aquello había sido todo" implorando a los presentes un aplauso en el caso de que hubieran quedado satisfechos de su representación. La cultura occidental............bueno en realidad casi todas las culturas, tienen un sentido de la resignación ante este acto final. El definitivo silencio de los sentidos que es la muerte, se acepta como un factor inevitable de la vida y se asume bien desde un postulado trascendental como el que ofrecen las religiones o más pragmáticamente como un aportación positiva a la dinámica de la materia en su eterna transformación. 

     Pero ante este reconocimiento del final siempre ha habido voces reacias a resignarse. El particular devenir de su cultura permitió a los Emperadores Chinos alentar la esperanza de conseguir la vida eterna, o cuando menos, una existencia prolongada, parecida a la de ciertos personajes bíblicos cuya provecta edad les permitió asomarse casi a los diez siglos de existencia, sea el caso de Matusalen. En efecto, China es conocida por el otro, así la definía un intelectual para sintentizar el peso de la civilización humana, y el peso de China respecto a las demás en este viaje temporal,  tal es el peso de la historia de este país.  

     Los chinos no creen en Dios, al menos no creen en una figura autosuficiente y eterna que vigila con cierta benevolencia la existencia de los hombres. Carecen digamos del espíritu trascendental que proporciona un Ser que se encuentra mas allá de la materialidad del mundo. Su principales profetas no han divulgado nunca un credo basado en la existencia Teogónica y extramundana, que le presente una inteligencia divina a cuya compañía eterna el hombre debe aspirar.  La religión china ofrece de un lado una especie de código o etiqueta social para comportarse adecuadamente en el mundo y  que es el que ofreció Confucio, el cual veía en el respeto por los antepasados la forma idonea que el hombre chino tenía para aspirar a la inmortalidad;  y por otro la sabiduría de los chamanes y los brujos cuyas primitivas creencias acabaron por articularse en torno a los principios taoistas. El Taoismo o daoismo es  deudor de un reconocimiento hacia la Naturaleza a la que los hombres debían de ajustar sus expectativas pues esta era la principal tutora del bien, si es que este existía Ya que no había lugar para poner en duda la fuerza fáctica del mundo; esto es lo que hay,  se imponía un acomodo de nuestros principios a la dinámica de la Naturaleza. Existe sin duda un impulso de eticidad en estas dos corrientes locales (una tercera es el budismo llegado de La India) que permitirá a la postre la convivencia y el establecimiento de una sociedad armonizada; el hombre es bueno por naturaleza y los errores no están inspirados por la maldad sino por la ignorancia.

 El confucianismo derivaría hacia planteamientos meramente intelectuales que acabarían por convertirlo en la ideología dominante, pero el taoismo, firmemente apegado a la tierra y al medio, alejado y reacio incluso de la civilización urbana, se aventuró en numerosos experimentos empíricos destinados a ofrecer desde la materialidad de su liturgia un cuerpo doctrinal  parecido en su intención tutorial a la Biblia o el Corán pero en este caso, y a la vista del respeto tenido por el mundo físico, estaba escrito en clave protocientifica. El Tao animaría al experimento con los bienes ofrecidos por la Naturaleza lo que abriría ese campo semilegendario de la Alquimia. No por ello iba a descuidar otras facetas escasamente exploradas del conocimiento aventurándose en prácticas innovadoras como el control de la alimentación, el sexo, y sobre todo la ingesta de productos mirenovegetales como el arsénico, el azufre y un innagotable surtido de plantas, incluidos probablemente los hongos psicotopicos e incluso sustancias descubiertas casualmente en su infatigable busqueda de materiales, como es el caso de la pólvora. Los taoistas estimaban que una adecuación correcta al mundo permitiría sortear la decadencia física pues esta era el resultado de un encaje inadecuado con la Naturaleza. Apuntando pues la posibilidad de llevar el cuerpo humano al límite buscando los senderos de la inmortalidad o cuando menos la longevidad.


     Un personaje empeñado en vivir eternamente fue el conocido como Primer Emperador de China Qin Shi Huang –[260 a 210]. Sabemos de él por los conocidos como Guerreros de Siam , un ejercito de 8000 estatuas de terracota encargados de velar por la seguridad eterna de este déspota. Qin no fue ni mucho menos el Primer Emperador pero seguro que fue el primero en unificar los diversos reinos en los que se encontraba segregado el país. Ordenó quemar todos los libros que hablaran de los tiempos pretéritos excepción hecha de aquellos que versaran sobre la Naturaleza y la Medicina, ciencias que consideraba las únicas dignas de respeto. Pese al colosalismo del hito arqueológico donde se conservan los guerreros, este no es ni mucho menos el único recinto habilitado para acompañar su muerte. Se sospecha que alrededor de la colina bajo la cual yace los restos de este hombre existen otros muchos testimonios de su poder. Por lo que respecta  a su mausoleo se encuentra protegido por una construcción del tamaño de las pirámides de Egipto, bajo una colina a la que los arqueólogos no se han atrevido a penetrar debido a las fundadas sospechas de que pudiera tratarse de una edificación diseñada con numerosas trampas. La más importante tiene que ver con su atmósfera letal ya que al parecer su sepulcro se encuentra situada sobre una isleta rodeada de ríos de mercurio. 

     El mercurio era uno de esos elementos utilizados habitualmente por los sabios taoistas por sus supuestas propiedades conservantes. En efecto, tanto el mercurio como el arsénico son letales pero tienen la particularidad de que suelen atacar a las bacterias responsables de la corrupción de los organismos tras la muerte llevando a un estado de momificación los cuerpos lo que era un primer indicio de que el sujeto había  accedido a uno de los niveles superiores que llevaban a la vida eterna. Lao Tsé -[siglo VI], tenido por creador y principal divulgador del taoismo se consideraba de hecho un santo inmortal Aun durante el siglo +VII uno de los padres de la medicina china,  Sun Si miao +[581-682] que vivió mas de un siglo y al que se atribuye, entre otros muchos formulados, una ingeniosa pastilla de jabón realizada a partir del páncreas del cerdo, realizó periódicas ingestas de minerales tóxicos lo que probablemente permitió que su cuerpo no pasara por el estado de licuefacción de los tejidos y se momificara.  Otros muchos personajes reales o solo legendarios intentaron acceder a la vida eterna, o mas exactamente a un estado físico que permitiera una existencia longeva en buenas condiciones físicas e intelectuales adecuadas ingiriendo los mas insólitos preparados. Sorprende que entre ellos se encontraran numerosos emperadores, sobre todo por la ingenuidad que esto implicaba ya que era un vía extremadamente fácil para el asesinato, a veces solo la dosis puede señalar la frontera entre el veneno y el remedio. De esta manera fueron asesinados varios emperadores en la historia de China.