Asesinos y locos en el arte. Pintores dementes (IV)






Dicen que entre Londres y New York hay hasta 40.000 pintores intentando hacerse un hueco dentro de un mercado muy limitado. Toda esta muchedumbre de artistas aspira a ser reconocido como tal. Lo normal es que fiaran de la calidad de sus obras para tal cometido, pero vivimos un tiempo de saturación y exceso; una época en la hay “tanto de cualquier cosa” que queda ya poco lugar para la novedad. La máxima de que:  “todo o casi todo está inventado” parece haber calado en el inconsciente colectivo, y ahora los productos deben venderse no por lo que son, sino por lo que parece que son, esto es: por su envoltorio. En el mundo del arte el envase es el propio artista. Dalí, por ejemplo, un extravagante con sólidos contactos, se enfundó en un traje de buzo del que debió de ser rescatado minutos después con el fin de evitarle la asfixia. Y una soberana mediocridad como Warhol, accedió al renombre por pintar un bote (¡que barbaridad!) y por escribir un libro absurdo que nadie consiguió entender. Extravagancia, asociabilidad, provocación, locura real o fingida. Ninguno sin embargo como Richard Dadd, un pintor ingles del siglo XIX cuyo contacto podía resultar fatal. Esta vez nos hemos decidido por la pelirroja Carmen Gaudin, una primera modelo de Toulose Lautrec. Planchadora, ocasional prostituta. Es un milagro que cuatro trazos tengan ese vigor.
     Decíamos que Toulouse-Lautrec era un ser intenso [ver Patología y locura en el arte. Los malditos (III)], de una personalidad muy atractiva pero por lo visto incapaz de mantener una relación afectiva sostenida en el tiempo; le quieren pero no se deja querer. Viene, digamos, con un defecto de origen que nada tiene que ver con la desproporción de su cuerpo sino mas bien con el amueblamiento de su cabeza. Duerme de día y vive de noche, se convierte en el mejor cliente del Moulin Rouge y de las prostitutas de la zona a las que pinta con frecuencia. Siente debilidad por las pelirrojas, pero se ocupa de burlar sus rostros en la imagen final, puede que una de ellas apodada "Rosa la Rouge" le transmitiera la enfermedad venérea que se ocuparía de acelerar su muerte, aunque en este sentido, nuestro hombre, no escatimó los medios para dejar de hacerlo  En 1897 tiene su primer delirio, es detenido por la policía al utilizar un revolver para liberarse de supuestas arañas que amenazan con devorarle. Desde este año inicia su particular viaje a los infiernos; bebe todo el día, y por fin se traslada a vivir cerca de su madre, atemorizado. Sufre de neurosis obsesiva, cree que le persigue la policía, su situación se va haciendo tan lastimosa que el mercado del arte, que ya entonces se movía al dictado de las funerarias, es decir la obra de un artista vivo carecía de valor, hace subir el precio de sus cuadros; lo ven y lo quieren difunto. Pero nuestro pequeño Toulouse aguanta, gasta tanto que su madre antes de abandonar París le coloca un tutor cuyo cometido principal es el de evitar que beba un sola copa. Pero la necesidad inspira el ingenio, desmonta el pomo de su inseparable bastón y en la parte hueca de este introduce un alargado recipiente de cristal conteniendo absenta. No hay remedio en 1901 un derrame cerebral le deja paralítico. Esas malditas piernas siempre.

Desnudo. Lautrec

     Abandona Paris con destino al castillo de Malromé donde le aguarda su madre, aunque de poco le va a servir. Otro derrame más y medio cuerpo inutilizado; así no merece la pena seguir. Y parece que le hace caso, la vida digo. Veinte días después muere en Burdeos. Sus pequeñas y cuadradas manos ya no volverán a coger los pinceles. Toulouse tenía una figura manifiestamente mejorable, pero su espíritu, su intensa vitalidad, ese amor a la vida del que según dicen hacia gala,  en nada hacia que se notara. Descanse en paz este hombrecito amable.



Richard Dadd. Retrato de juventud


     Con Richard Dadd nacido en 1817, había que mantener las distancias; sufría una esquizofrenia paranoide bastante peligrosa. Cuatro de sus nueve hermanos murieron o quedaron prematuramente incapacitados debido a enfermedades mentales. A los 25 años emprende un viaje por Europa y Oriente Medio junto a su amigo y maestro, sir Thomas Philips. Estando en el Mar Muerto sufre una crisis, un cambio brusco de personalidad que en un principio se relaciona con una exposición prolongada al Sol: una insolación, piensan. A partir de aquí no vuelve a ser el mismo; tiene delirios paranoicos, alucinaciones, creciente asociabilidad. Durante su “gran Tour” por Italia empieza a mostrar una considerable animadversión hacia su amigo Philips que empieza a alarmarse.

Richard Dadd. Retrato de Sir Thomas Philips


     Ya, durante su estancia en El Cairo,
 había mostrado comportamientos extravagantes. Desapareció  en la tumultuosa ciudad para succionar absorto durante varios días de la manguera de una pipa de agua. Este artefacto, que se usa para fumar en determinados países, produce un  característico gorgoteo al efectuar la succión. En su alucinación auditiva Dadd interpretó este sonido como un intento del Dios Osiris para comunicarse con él, su ya manifiesta demencia le hizo creer que el Dios egipcio de la fertilidad le pedía que terminará con todas las manifestaciones  terrenales de su eterno enemigo: el Dios Seth. Una de ellas era la de su amigo Philips y otra la de su padre.



Fotografía de Dadd (1858) Trabajando en Oberon&Titania

     En Roma manifestó su propósito de asesinar al Papa. Su enfermedad avanzaba tan rápido que Philips, decididamente alarmado y asustado, lo abandonó y esto probablemente le salvó la vida. Dadd regresó a su hogar donde fue recibido afectuosamente por su padre pese a las advertencias de los médicos que consideran inevitable su ingreso en un psiquiátrico estimando para ello los antecedentes familiares. Por esta época su hermano George empieza a sufrir las primeras alteraciones mentales.

     El padre de Dadd, un viejo químico,  hace caso omiso y acoge a su hijo en la casa familiar. Su  cadáver es encontrado descuartizado y con la cabeza abierta por un hachazo tan sólo unas semanas después. Los vaticinios se habían cumplido.  Dadd acabó por claudicar cumpliéndose así, en parte, las pretensiones que en la mente alucinada de nuestro hombre había dejado el dios Osiris el cual también, después de muerto, había sido desmembrado

     Dadd huye y se inicia una caza del hombre, mas bien la caza de un hombre enfermo, de un loco que es capaz de todo. Aun peor, al registrar la habitación donde encontraron gran cantidad de cáscaras de huevo, su único alimento, encuentran infinidad de  bocetos de sus amigos y conocidos, cada uno representado con un cuchillo clavado en la garganta. Había también una lista de personas a las que pensaba eliminar: La Reina de Inglaterra, el Papa, el Emperador de Austria……como se ve era una locura de alta intensidad criminal  Fue detenido en Calais y consiguió escapar hacia Paris, no sin antes intentar asesinar a otra persona compañero casual de viaje. Por fin es capturado e ingresado en un manicomio donde persistió en su actitud violenta, agrediendo a médicos, enfermeras y celadores, sufriendo constantes alucinaciones. Tenía 27 años.



El golpe maestro del leñador-duende


     A partir de aquí sus ataques se fueron haciendo mas esporádicos e inició su producción artística. El golpe maestro del leñador-duende es su obra maestra. No dejó de retocarla a lo largo de su vida añadiendo obsesivamente una capa y otra por lo que el lienzo presenta un aspecto  tridimensional; en sus reducidas dimensiones presenta una extraordinaria cantidad de objetos. Sobra decir que la presencia del hacha en manos del leñador es suficientemente ilustrativa de lo que aquí se ha dicho

     Murió en el año 1886 tras pasar 43 años ingresado en diversos psiquiátricos


Continuará...