Originariamente la pintura de labios tenía un efecto protector ante rigores climáticos, este ungüento pastoso y pegajoso se utilizaba para aliviar labios agrietados por el viento, el frió o la sequedad del aire sellando y conservando así la humedad natural de la piel, aunque tampoco se descarta su función religiosa. Con el paso del tiempo acabaría por determinar el nivel social. El sulfuro de mercurio o cinabrio, debido a su intenso y brillante color rojo; rojo bermellón, constituía el principal elemento de los bálsamos labiales. Moderamente tóxico el historiador romano Plinio lo llama minio y fue utilizado en la pintura hasta el siglo XIX, la mayor parte de la producción se obtenía de las minas de Almadén en España. El bermellón tenía un problema, y es que debido a su falta de adhesión se disolvía fácilmente por la temperatura de los labios con lo que su vivo color, rojo brillante, no permanecía mucho tiempo sobre la piel. Todo ello se solucionó añadiendo ceras y grasas animales. Existen varias pautas de maquillaje labial en la historia de China:
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La Comunidad
Veneno y envenenadores en La Historia