Camisas italianas. Un terrible secreto.


Esta entrada guarda una pequeña sorpresa ¿Pensabais que íbamos a hablar de camisas italianas? Es cierto, pero no se trata de valorar su perfecta hechura, su buen tacto y su mejor corte; vamos a hablar de camisas como si fueran mortajas, porque de eso se trata. Hablamos de camisas asesinas. Recapitulemos: hace unos años se exhumaron en Francia los restos de una mujer llamada Agnès Sorel. No era una cualquiera, y en su tiempo llegó a ser considerada como la criatura más bella de Francia. Amante del rey Carlos VII al que dió tres hijos, murió repentinamente. Hace unos años se exhumó su cadáver y lo que se halló fueron restos de veneno. Aunque no se trate de resultados concluyentes la desdichada Agnès pudo ser uno de las muchas víctimas de este enemigo invisible tan detestado en la antigüedad. Por lo visto Carlos VII quedaría tan impresionado por esta muerte que, temeroso de seguir el mismo destino que su amada, dejó de comer y moriría de inanición. 


Camisa italiana
La pieza conocida como Camisa italiana


     El veneno ha acompañado al hombre a lo largo de toda su historia pero en Italia adquirió tintes de obra maestra, muy en la línea de su particular facilidad para convertir en arte todo aquello que enfrentan. En la Edad Media y el Renacimiento los envenenadores aprovecharon la inveterada falta de higiene de la época para impregnar las camisas con soluciones tóxicas como el arsénico. Como quiera que estas prendas podían utilizarse ininterrumpidamente durante varias meses sin cambiarlas ni lavarlas, la piel iba absorbiendo poco a poco el producto y la muerte se producía irremediablemente. A este artificio asesino se le acabó por conocer con el nombre de “camisa italiana” 

El pintor Fouquet tomó como modelo para su Vírgen el rostro de Agnés Sorel
El pintor Fouquet tomó como modelo para su Vírgen el rostro de Agnés Sorel

En la Edad Media y el Renacimiento la camisa era utilizada por los dos sexos.
Camisa perteneciente al Arzobispo Ximenez de Rada muerto en el siglo XIII. Hombre de gran envergadura fue Arzobispo de Toledo y Primado de España. La prenda ha sido restaurada.
Camisa perteneciente al Arzobispo Ximenez de Rada muerto en el siglo XIII. Hombre de gran envergadura fue Arzobispo de Toledo y Primado de España. La prenda ha sido restaurada.

     Hercules, el héroe clásico también murió de esta manera, en su caso, el veneno había sido dispuesto sobre la superficie de una capa con la que le habían obsequiado. Los turcos añadían una variante local: dentro del calzado, el sudor corporal aceleraba la transpiración y esto permitía una mejor asimilación del tóxico. En Francia, el uso de veneno, que no era desconocido, empezó a ser institucionalizado con la llegada de la reina Catalina de Médicis, de origen italiano. Lo usó con frecuencia y también con torpeza, pues en el intento de envenenar a un aspirante a la corona francesa, acabó por matar a su propio hijo. El uso de los venenos llegó a hacerse tan corriente entre la aristocracia en tiempos de Luis XIV que el Rey se vió precisado de constituir un Tribunal especifico llamado la Camara Ardiente. Dicho Tribunal se ocupaba únicamente de juzgar los casos de envenenamiento y brujería. El mismo Rey se había librado de perecer envenenado, pues aunque la ponzoña circulaba por delante de sus narices a nadie - por el momento, claro- parecía interesar su muerte. Las acusadas, pues la mayoría eran mujeres, fueron sometidas a espantosas torturas y quemadas en la hoguera. De sus testimonios se deduce el uso del veneno sobre la ropa interior -las camisas exactamente, ya que esta era la función de esta prenda- pero con una variante sobre la anterior, el producto era solo un irritante de la piel que producía severas reacciones, ninguna de ellas mortal. El veneno llegaba después, cuando los infelices buscaban una cura para su piel irritada, oculto en los ungüentos y cremas proporcionados para  aliviarles de su mal. Las escoriaciones de la piel hacían que el veneno penetrara mejor en el cuerpo.