Quién no ha oído hablar de las mujeres que evitan determinados días del mes para teñirse el pelo, pues consideran que los tintes no se fijan correctamente a sus cabellos. O de las fragilidad de sus uñas o que la leche se corta en sus manos. Son leyendas cotidianas, sabiduría de nuestras abuelas que nos pillan muy de cerca. Incluso algunas, vista la alteración hormonal del ciclo, pasan por ser ciertas. En general, son expresiones inocentes e inofensivas, sobre todo si las comparamos con aquellas que circulaban durante la Edad Media, en la que se creía que los leprosos debían pagar con su sufrimiento el mal que habían causado sus padres al concebirle mientras la mujer estaba menstruando. Así, la deformidad de Vulcano, sería debida a una concepción de esta naturaleza entre Júpiter, su padre, y Juno, su madre. La locura, en algunas comunidades hindúes, es la consecuencia de intimar con una mujer menstruante. Paracelso (alquimista, médico, nigromante. Prácticamente hizo de todo) pensaba que esta era una cita obligada, toda vez que servia para purificar a la mujer, imbuido como estaba por la misoginia medievalista: aptitud esta que no es exclusiva del continente europeo ni fue, con mucho, la peor. Aristóteles era más benevolente, un hombre que tocó todas las teclas del conocimiento debía ser por eso más ponderado. Pensaba que la mujer iba sobrada(*), de sangre, se entiende, y esta era una forma de eliminar el exceso.
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Paracelso: quimico, filosofo, médico. Realmente se llamaba AUREOLUS FILIPPUS TEOFRASTO BOMBASTO DE HOHENHEIM. Veía en la menstruación un proceso de purificación. |
En esta misma línea encontramos otros efectos beneficiosos. Entre ellos los obtenidos con la primera sangre menstrual que podía curar la peste y el ántrax, forúnculos, además de ser usada como cataplasma en determinadas dolencias. Avicena, un gregario de Aristóteles pese a la distancia temporal entre uno y otro, pensaba que la sangre podía y debía ser utilizada en todas las heridas y llagas. También en el antiguo Egipto la sangre menstrual era considerada, en términos generales como rehabilitante y purificadora. En el Papiro Ebers, una inestimable fuente de información sobre el país del Nilo, se recogen aplicaciones puntuales, de naturaleza estética, incluso. Existe sin embargo una salvedad que ha llamado la atención a los egiptólogos, y es que todas las aplicaciones terapéuticas son solo eficaces en mujeres. En general, la sangre menstrual es considera tóxica y los hombres deben abstenerse de su contacto. Curiosamente, entre las profesiones del antiguo Egipto consideradas mas degradantes figura la de aquel que se dedicaba a lavar los taparrabos, que dicho así suena bastante desagradable, pero que hace referencia ni mas ni menos que a los precursores de nuestras populares compresas.
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Extracto del Papiro Ebers |
Su rastro se puede seguir desde las montañas del Nepal, hasta las tribus americanas. En el continente africano, en Malawi por ejemplo, donde además la menstruación es siempre bien recibida pero por motivos distintos, toda vez que lo que se suele festejar es la dicha del padre por los muchos objetos que recibirá cuando se case su hija. La institución de las vestales en la antigua Roma es la versión europea de las casas de menstruación. A través de Babilonia y Persia pasó a la cultura musulmana, constituyendo lo que se da en llamar el Purdah, en el que las mujeres no solo quedan aisladas de los extraños sino de la propia familia. En el año 2005 el gobierno de Nepal decidió suprimir la práctica de recluir a las mujeres en lugares específicos conocida en el país con el nombre de Chhaupadi.
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Mujeres y niñas permanecen aisladas en Nepal durante sus procesos menstruales en Chhaupadi |
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Menstrual Hut. Esta se encuentra en Mali. Africa |
(*) "Ir sobrado". Loc : poseer gran energia.
(**) La ciencia se ha convertido en un talismán con el que se pretende garantizar, muchas veces de forma acrítica, la absoluta certeza de sus proposiciones. El abuso, también la impostura, pero sobre todo la propia naturaleza de la Ciencia que recela por principio de todo aquello que aspire a una suerte de verdad absoluta e imperecedera, no garantiza ya impunidad alguna a muchos memorándum y proyectos que se declaran deudores de la misma y de su método. En efecto, modestamente pensamos que el propio método científico no está exento de percepciones subjetivas que lo hacen solo eficaz bajo determinadas condiciones y en un universo concreto.
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