Los Olores. El Perfume y la Telefónica.

Olores, perfume y su su por la Telefonica


Nos hemos enterado de que nos comemos los olores. Aún más, hay olores que neutralizan otros olores, son olores asesinos que se llaman  hipoalérgicos. Otros son tan intensos que anestesian hasta la propia capacidad de oler, como es el caso de los gases de alcantarilla; cual es el sulfuro de hidrógeno. Duermen el olfato, lo fatigan, de tal forma que te matan sin que te des cuenta. La canela del arroz con leche, el azafrán de las paellas y el clavo que atenúa la flatulencia de las coliflores, son componentes habituales en los perfumes. Como lo es también el contenido de las glándulas de un ciervo: el almizcle. Los especialistas en perfume usan igualmente glándulas de ratas,  musarañas,  escarabajos y hasta los cocodrilos. Nos hemos enterado también que el sentido del olfato, tan despreciado incluso por grandes filósofos como Kant que lo consideraba mendaz, deja una huella en nuestro cerebro más intensa que la de los otros sentidos. De todo esto nos hemos enterado. Paciencia esta entrada (post) sobre los perfumes es sólo el aperitivo. Vendran más. Nos hemos atrevido a utilizar la carteleria original de la película El Perfume.
       El olor, tradicionalmente, ha sido despreciado por los pensadores al considerarle vinculado muy intensamente a la traza de animal que hemos sido y somos. Algunos piensan incluso que, en cuanto el hombre dejó de andar a cuatro patas y olfatear el trasero de sus semejantes para establecer de esta manera su filosofía política, las relaciones de poder y la seducción, el sentido del olfato fue perdiendo jerarquía respecto a los otros sentidos, sobre todo con el de la vista. Cuanta injusticia ante un don que, desde tiempo inmemorial, se ha mostrado extremadamente habilidoso al detectar alimentos en mal estado, lo que nos ha librado de severas intoxicaciones, parejas sexuales inadecuadas y situaciones de peligro varias. El olor de nuestra madre, por ejemplo, está grabado en el subconsciente con tanta persistencia que, probablemente, todas esas situaciones de extrema paz interior que a veces experimentamos vienen detonadas por aromas que a ella nos recuerdan.

El olor, entre muchos otros,  se relaciona con las clases sociales, la alimetación, el estado de ánimo y la raza.
       Por eso quizás, por la importancia del olor, hace ya algún tiempo la compañía Sony, entre otras, se propuso que el público fuera capaz de reconocer la marca también por las “narices”. Como al parecer la capacidad del cerebro para evocar recuerdos percibidos a través del olfato es muy superior al de los otros sentidos, se propuso utilizar en un futuro próximo, y en todos sus centros, un perfume exclusivo que ayudara a reconocer su imagen hasta con los ojos cerrados. De esta manera será posible oler el mismo ambientador en la tienda que posee en Madrid o en París, y en la que dispone en la ciudad de los Ángeles, a más de 10.000 kilómetros de distancia entre una y otra. El marketing oloroso, por lo visto, está obteniendo resultados prometedores.  

El alcantarillado produce olores tan intensos que es capaz de dormir la capacidad olfativa

      Será por eso por lo que la Gran Vía de Madrid, (una ciudad a la que amamos y odiamos a partes iguales)que es como una hermana menor, aunque bastante meritoria de otras grandes calles comerciales del mundo, está de reestreno. De la mano de un compañía catalana, se están instalando en varios de los comercios sitos en la misma, ambientadores corporativos con el propósito de que te lleves el sello de la marca pegado a tu pituitaria: Stradivarius, Telefónica, Uterqüe, etc.
     La experiencia, por lo que sabemos, es bastante agradable, habida cuenta la moderación en la intensidad de los perfumes. Nada que ver con esos chispazos que notabas en el cerebro al entrar en determinadas salas de cine o discotecas. No hay nada peor que intentar apagar un mal olor con otro ya que el resultado son dos malos olores.

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