A qué olía Cristo
Perfumarse, ungirse, ha tenido en la tradición clásica un significado religioso del que ahora mismo carece. Los egipcios, por ejemplo, consideraban al perfume como la “transpiración de los dioses”. Bien puede decirse que, en lo esencial, las motivaciones que llevaban a las muy liberadas mujeres del Antiguo Egipcio al uso de sustancias agradables son prácticamente las mismas que las de un/a joven de nuestro tiempo: agradar. Y para que veáis que el olor a nadie deja indiferente, os mostramos dos breves apuntes sobre sendos personajes con trayectorias vitales diferentes, y a los que nos hemos permitido valorar por lo que de común tienen: Jesucristo y Julio Cesar.
![]() |
María Magdalena portando el recipiente con el aceite de nardo con el que ungió a Cristo. Roger van der Weyden. Siglo XV. Tríptico Braque |
En el Libro de Ester, uno de los textos del Antiguo Testamento, ya se hace referencia al uso de los perfumes en la corte del rey Asuero, el gran rey de Persia -de donde, según Plinio, proviene el uso del perfume-. Un personaje del que no se tiene constancia histórica alguna y que es identificado como Jerjes I. Asuero repudia a la reina Vasti y la judía Ester decide convertirse en su mujer. No vamos a entrar en los motivos del interés de Ester por este matrimonio, lo cierto es que, según el texto, permaneció durante un año antes de su entrevista con el rey perfumándose constantemente. Ungiéndose unas veces con aceite de mirra y otras veces tomando baños con perfumes aromáticos.
María Magdalena, además de santa patrona de conversos, de los fabricantes de guantes y peluqueros, de los penitentes y de los que luchan contra las tentaciones sexuales, es también alter ego de los perfumistas. Al parecer intentó, en una segunda ocasión, ungir el cadáver de Jesús con mirra, estando este ya en el sepulcro, pero encontró que ya había resucitado. Un detalle más que añadir a esta crónica apócrifa de las relaciones especiales entre Cristo y esta mujer.
Mas el perfume no es solo sagrado. Julio Cesar fue uno de esos varones en nada píos ni tampoco castos, que usó y abusó de los mismos hasta convertirse en un cadáver bien oliente. Bañarse en perfumes para alejar la enfermedad fue bastante corriente sobre todo en la Edad Media, pero de nada servia frente a una daga asesina. La pureza de la República veía incluso en el uso de los perfumes y los afeites un síntoma de degradación y relajación orientalizante. Solo aceptaban como varonil la unción clásica, es decir, la utilizada en la antigua Grecia por los combatientes y atletas que se impregnaban el cuerpo de aceites
![]() |
Julio Cesar, por Rubens. Su perfume: el telino |
Cesar, aunque medio calvo y republicano, no perdería ni un ápice de seducción por aferrarse al rigor moral de los afines a la República. Cifraba buena parte de esa capacidad suya para embaucar los corazones al perfume que utilizaba: el telino, cuyo nombre procede de la isla de donde era originario; la isla de Telo, una de las Cícladas. Casi dos centenares de ínsulas situadas entre Grecia y Turquía. Se hacía con aceite fresco, cálamo, melitica, miel y mejorana, entre otros ingredientes. La presencia de la miel, por su efecto aglutinante, era común en los perfumes de la época, además ayudaba a fijar los olores.
La Comunidad
Veneno y envenenadores en La Historia